Punto de vista de Jorge
Las puertas negras se cerraron con un golpe seco y el motor de la camioneta volvió a encenderse para alejarse lentamente... llevando a mi tía en su último viaje a casa.
Todos debían seguirla, excepto Clío y yo. Iríamos en un par de días para el funeral, pero no podía dejar la Manada del Desierto Ámbar por mucho tiempo... no hasta asegurar el lugar y garantizar que tendría una manada a la que regresar. No sería la primera vez en la historia que una manada se levantaba contra un Alfa.
—¿Alfa? —la camioneta negra pasaba por las puertas a lo lejos cuando la voz de un hombre me robó la atención.
Me volví y encontré al líder del pequeño grupo de guerreros acercándose a mí, los que se apartaron por orden de su Alfa cuando la manada fue invadida siguiendo mis órdenes.
Era alto, casi tan alto como yo, con el cabello negro y peinado hacia atrás, usaba una camiseta verde militar que mostraba los tatuajes en sus brazos. No era tan voluminoso como yo, pero tenía los músculos