Había creado una tormenta, una de la que sabía que no podía escapar.
—¿Venganza? ¿Por qué? ¿Por qué te estás acostando con mi propia compañera? Quizás ahora sepas cómo se siente...
Las voces se volvían cada vez más fuertes, todos discutían con Tomás, y él respondía ferozmente.
Sentí una leve patada de nuevo y mi mano se movió para proteger mi vientre. Solo quería proteger a mi bebé... eso era todo lo que siempre había querido.
—Clío, regresas a casa... ahora. —ordenó papá.
—No, el contrato es vinculante. Si fuerzas a mi Luna o a mi heredero a salir del territorio, la guerra se desatará sobre ti y tus manadas. La alianza se verá obligada a aceptar mi mandato... y entonces, todas tus tierras serán mías. Porque, seamos sinceros, no vas a destruir a uno de los tuyos, ¿verdad?
Bastardo, me engañó. Tomó a una hembra embarazada y vulnerable, ofreciéndole refugio mientras seguía un enfermo plan de venganza.
—¿No hay forma de salir de esto? —susurró mamá, sus ojos se encontraron con los míos.
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