—¿Por qué es vulnerable? —mi retumbo bajo hizo que ambos volvieran la cabeza hacia mí.
—¡Mi coche! —gritó Javier.
—¿Qué?
—Ella tomó mi coche la noche que se fue porque estaba desesperada por irse. Me he arrepentido de dejar que lo usara desde entonces, pero quizás...
—¡Javier! —Josi rugió con frustración.
Todos estábamos al borde de estallar contra el otro. Una de nosotros estaba desaparecida y si le hubiera pasado algo... No, no podía pensar así. Ella estaba bien, tenía que estarlo.
—Mi coche tiene un dispositivo de rastreo. —Javier salió de la habitación, desapareciendo solo para regresar de mi oficina con una tableta, que proyectó en el televisor.
—¿Se lo llevó consigo?
—Sí, pero no sabemos si todavía lo tiene. —respondió Ares. No era de extrañar que hubiese madurado y se comportara más como un Alfa desde la semana pasada; no tuvo opción.
—Al menos nos informará de su última ubicación conocida y podemos trabajar desde allí. —Javier tecleó en la tableta y proyectó un mapa en la pant