Punto de vista de Josefina
La seguridad del club nos ofreció un aventón de regreso a la manada. Había planeado quedarme en casa de María unos días, pero con Clío ahí, ahora no podía dejarla con mis hermanos para que se entretuvieran.
Sentada en el asiento trasero con las chicas, seguí hacienda contacto visual con Lucas por el espejo retrovisor mientras él estaba adelante, dirigiendo al conductor. No sabía cómo había llegado a acostumbrarse a estos caminos oscuros y estrechos, pues él no era de aquí.
Al acercarnos a las puertas de la manada, tuvimos que esperar para acceder. Ninguno de nosotros tenía acceso al vínculo de la manada para informar a los guardias con anticipación que estábamos llegando. Lo que significaba que, para mi frustración, necesitaban verificar que yo estaba de hecho en el coche.
Lucas bajó la ventanilla para hablar con uno de los guardias, quien me miró, antes de asentir en señal de reconocimiento.
—Los Alfas tienen sus bloqueos mentales levantados, en cuanto a...