Punto de vista de Carla
No quería abrir los ojos, pero podía sentir unas manos suaves y cálidas acariciando mi rostro, una voz femenina llamándome.
—¿Carla?
—¿Qué hora es? —me volví, gimiendo contra la almohada, aún medio dormida. Deseando volver a dormirme, mientras esa sensación de pesadez volvía a apoderarme de mí.
—Es hora del desayuno. ¿A qué hora llegaste?
—No sé… las tres de la madrugada…
—¿Las tres? ¿Estuviste en el centro médico todo ese tiempo? —Elena chasqueó la lengua con preocupación en su voz. Empezaba a ser agradable tener a alguien más que a mi padre preocupándose por mí.
Sí, aún teníamos un largo camino por recorrer, pero podía sentir ese vínculo de hermandad… ese vínculo de gemelas, tomando forma.
—No tenía opción, estamos escasos de enfermeras… Debería regresar, en realidad —me senté con un suspiro, mentalmente lista para otro día de sangre y vendas.
—Iré contigo, pero después del desayuno. Necesitas comer primero.
—Estoy bien…
—Sin discusiones. Te saltaste la cena,