Habían pasado varias semanas desde aquel acontecimiento. Natasha, poco a poco, había aprendido a controlar su poder, dominando la energía que poseía y que ahora podía usar a su favor. Ya no era la misma mujer vulnerable de antes; se había convertido en alguien que no se doblegaría ante cualquier fuerza.
Aún pensaba en lo que se avecinaba. La profecía debía cambiar. Ella no sería la que causara daño a los lobos con los que había compartido, sino a quienes realmente merecían su furia, aquellos que deseaban abrir el portal y apoderarse de los humanos para destruirlos. Natasha los protegería, vive entre ellos ella era mitad humana, y precisamente por eso jamás permitiría que seres tan oscuros como aquel hombre atentaran contra la humanidad.
Tenía ahora el conocimiento de que su poder no solo era destructor, sino también sanador. Poseía una energía espiritual capaz de purificar almas corrompidas y liberar espíritus vagabundos infestados de maldad. Aquello la convertía en un equilibrio vivi