La noche estaba helada, cubierta por sombras, una jauría de lobos se movía con sigilo, cazando presas humanas. No se trataba de una cacería común: cada víctima era un sacrificio destinado a un antiguo ritual, un rito prohibido cuyo propósito era abrir el portal hacia el mundo de las hadas.
Andrei y Lukan encabezaban la matanza. Eran los lobos más temidos de la Ciudad Prohibida, Arkanthium, estos lobos habían surgido con la ambición de extender su dominio entre los humanos. Ambos compartían un mismo sueño perverso: levantar una secta de lobos que gobernara el mundo entero, esclavizando y procreando con humanas para crear híbridos. Su visión era clara: un mundo regido por la supremacía lobuna, donde ninguna otra raza pudiera alzarse contra ellos.
Mientras contemplaban la escena desde un balcón de piedra, el vino rojo como sangre brillaba en sus copas. Abajo, los gritos desgarradores de hombres que ardían en hogueras improvisadas se mezclaban con el aullido de los lobos que los atormen