Natasha y Aleksi emprendieron el regreso hacia la mansión. El trayecto estaba cargado de un silencio pesado, sobre todo porque Natasha no quería marcharse del lado de su madre. Su corazón se encogía al pensar en ella, pero no tenía otra opción más que aceptar la partida. Con una profunda tristeza, se obligó a dejarla atrás, confiando únicamente en la promesa de Aleksi. Él, consciente de la angustia de su dama, dejó un guardia apostado en la casa para que protegiera a la familia de cualquier peligro, e incluso dio órdenes estrictas para ir dónde ellos vayan, sin quitarle los ojos de encima.
Sin embargo aun que la realidad era distinta. Aleksi ya se había encargado personalmente de eliminar a los hombres que habían forzardo a salir de la vivienda en la que vivia la familia de su dama. Lo inquietante era que detrás de ellos se escondía una figura mayor, alguien que manipulaba las piezas desde las sombras. Una presencia invisible que había puesto en marcha aquella amenaza con un propósi