Capítulo 9. Parte 3
Antonella:
Cinnia está parada fuera de la puerta de mi casa, con su belleza y elegancia habitual, maravillada con mi aspecto, que milagrosamente he logrado cambiar.
Ella me mira sonriente, y yo, sin poder negar lo bien que me veo, solo me limito a girar, para que siga admirando mi cambio.
—Me veo linda, ¿verdad? —pregunto, sin el temor de ser lastimada.
—Tú eres linda, pero ahora estás divina.
Sin mediar palabras, corro hacia el interior de la casa, cojo mi bolso y las llaves de la casa y salgo para subirme al auto que tiene aparcado en la calle, siempre con el temor de que la vecina chismosa nos vea.
Me abrocho el cinturón de seguridad, pero antes de partir, recuerdo que mi vida no es un cuento de hadas, a no ser que esta noche aparezca un príncipe, cosa que dudo bastante, por lo tanto, decido que es mejor llamar a Bruno antes de partir.
—¿Nos vamos? —pregunta Cinnia.
—No, aún no. Creo que será mejor llamar a Solcito, para asegurarme que él sigue en su conferencia.
—Sí. Tienes razón,