Capítulo 59. Parte 1
Antonella:
Dejo el bolso en el suelo y trato de abrir la puerta con ambas manos. Quizás no lo hice con la fuerza suficiente la primera vez; con esto del embarazo... ¡uf! Lo gorda que estoy no me deja ni moverme. En fin, lo intento una y otra vez, pero la maldita puerta no se abre. El corazón me late con intensidad; no entiendo qué está pasando. Recuerdo perfectamente que no la dejé cerrada. Me inclino para tomarlo y buscar la llave, pero no la encuentro.
Empiezo a sentir escalofríos en la nuca, y no de los agradables, sino de los tenebrosos. Trago saliva, intento pensar en algo inteligente, busco el teléfono para llamar a Diego y que sepa que estoy aquí cometiendo la peor de todas las locuras, pero mi celular no está. El pánico me paraliza. No quiero darme la vuelta, porque sé lo que hay detrás de mí. No necesito tener ojos en la nuca para sentir esa presencia.
Una lágrima cae por mi mejilla e, instintivamente, pongo mis manos en el vientre. No sé qué hacer; quedarme eternamente aquí