Capítulo 44. Parte 3
Diego:
Llego al departamento de Enzo en busca de Antonella. Si bien es cierto que aún no vivimos juntos, y ella tiene sus cosas en casa de su hermano, en el fondo siento que me pertenece, aunque también soy consciente de que es libre de hacer lo que quiera. Aun así, no puedo negarlo: esta mujer me ha cambiado. Nunca fui así con Ambra. Con Antonella todo es distinto: me desarma, me inquieta; la quiero día y noche junto a mí, convirtiéndose en el aire que necesito para vivir.
Toco el timbre del departamento y me abre una risueña Cinnia, que mira hacia atrás como advirtiéndole algo a Enzo. Me causa risa su actitud, porque, en el fondo, somos todos iguales con nuestras parejas: nos avergonzamos de lo evidente.
—¡Diego!
—Siento venir sin avisar —me disculpo.
Cinnia me hace pasar. Saludo nuevamente a Enzo, que intenta disimular mientras se acomoda el pantalón, y apenas logro contener la risa.
—No te preocupes —dice él—. Antonella está en su habitación; se ha quedado dormida. Pasa, por favor