Capítulo 36. Parte 5
Diego:
Sabiendo que no debo hacerle daño físico a Ambra, suelto su mandíbula y la dejo allí, asustada, en medio de la habitación.
Agobiado por todo lo vivido, decido no volver al hospital. Llamo a mi secretaria y le pido que derive a mis pacientes con otro médico para poder despejar la mente. Suspiro y me recuesto en la cama, intentando pensar en el siguiente paso, pero el sonido del celular interrumpe mis pensamientos.
—Hola —saludo sin mirar la pantalla.
—Hola —responden al otro lado de la línea. Reconozco de inmediato la voz de Bernardo—. Me acaban de derivar a tus pacientes. ¿Pasó algo?
—Solo un dolor de cabeza —respondo, evitando dar detalles.
—Ah, entiendo. No te preocupes, yo los atenderé.
—Gracias. Por cierto, dejemos la visita a la corredora de propiedades para otro día.
—De acuerdo, amigo.
Corto la llamada y me quedo un rato más recostado, con la cabeza llena de pensamientos. Intento imaginar el futuro junto a mi hijo y Antonella, hasta que decido que es hora de actuar, de d