Capítulo 35. Parte 2
Antonella:
El día en que mi hermano se fue de casa realmente sufrí. Era un buen hermano; nos acompañábamos incluso cuando nos castigaban por nada, y mi padre era tan estricto que se enojaba hasta por suspirar. Aquella partida dejó un vacío profundo en mí, y la ausencia de Enzo me dolió más que cualquier regaño.
Ahora, verlo frente a mí en su departamento, sonriente con una mezcla de orgullo y nostalgia, me hace pensar en todo lo que ha logrado. Me pregunto dónde he estado todo este tiempo, y escucharlo hablar de su vida me llena de admiración. Me cuenta que vivió un tiempo en Estados Unidos, que perfeccionó su carrera con un magíster y que ahora es arquitecto. Sus palabras me recuerdan que él pudo alcanzar sus sueños, mientras yo, aunque en un tiempo me sentí frustrada por mi profesión impuesta, ahora me siento feliz con los niños a los que les enseño, orgullosa de guiarlos en sus primeras letras.
—Mamá, estoy segura, debe estar orgullosa mirándonos desde el cielo —digo mirando hacia