Capítulo 32. Parte 2
Antonella:
Una vez a solas con Diego, nos quedamos mirándonos hasta que me doy cuenta de que nuestras manos están entrelazadas. Y aunque me gusta estar así, me deshago de ese gesto: todos nos observan con curiosidad al saber que Diego está casado… y no precisamente conmigo.
—¿Qué pasa? —pregunta Diego, arrugando la frente.
—¿No te das cuenta de que todos nos observan? —digo, mirando hacia un costado. El doctor Brunetti me sonríe. Le hago un gesto con la mano saludándolo, mientras recuerdo que le conté que tenía un amante.
«¿Qué pensará de mí?»
—No me importa lo que piensen los demás, solo me importa que te amo y que, por fin, estaremos juntos.
—¿Estás seguro? —pregunto ilusionada.
—Jamás había estado tan seguro de algo.
La felicidad llega completa a mi vida, pues hoy es mi última noche en la casa que comparto con Bruno. Sin embargo, no puedo negar que estoy nerviosa: un escalofrío recorre mi cuerpo al imaginar la reacción de Solcito cuando sepa que ya no tendrá empleada. Me río conten