Capítulo 30. Parte 3
Antonella:
Marcus me mira y me guiña un ojo. Sonrío, divertida, porque sé que somos cómplices de un secreto precioso que debemos guardar sí o sí.
Al llegar la hora del recreo, todos corren al patio a jugar, mientras yo me quedo en el salón revisando exámenes. Me divierte ver las ocurrencias de los niños, pero al llegar al examen de Marcus, mi sonrisa se ensancha de orgullo. Es como si ese niño maravilloso fuera sangre de mi sangre. Todo está perfecto, pero lo que más me emociona es ver que dibujó un corazón con su nombre y el mío, aunque con cierta dificultad.
Un nudo se forma en mi garganta al pensar en lo feliz que padre e hijo me hacen. Por Marcus siento un cariño especial, y solo espero y rezo a Dios que no me odie cuando descubra la relación que tengo con su padre.
Sigo revisando exámenes con la ayuda de Cinnia, que se sienta frente a mí y toma algunos para que avancemos más rápido.
—Cinnia… —le digo.
—¿Qué…? —responde, sin soltar los exámenes.
—¿No crees que los niños llevan muc