Capítulo 30. Parte 1
Diego:
Le doy un último beso a Antonella antes de dejarla impartiendo sus clases. Me quedaría feliz acompañándola, pero mis consultas en el hospital comienzan a las diez de la mañana. Además, sé que, de quedarme, no podría resistir besarla a cada instante, y debo recordar que no solo están sus alumnos presentes, sino también mi hijo.
Al llegar al hospital y salir del ascensor, lo primero que veo es a Bernardo, que me saluda con cordialidad e insiste en invitarme a la cafetería.
—¿A qué hora empiezan tus consultas? —pregunta mientras nos sentamos en una mesa.
—A las diez —respondo.
—Entonces llegaste demasiado temprano, aún faltan dos horas —comenta, abriendo exageradamente los ojos.
—Pasé a dejar a Marcus al colegio y preferí no volver a casa; no quiero verle la cara a Ambra —aseguro.
—¿Tan mal están las cosas? —indaga.
—¡Pésimo! —exclamo con pesar—. Entre Ambra y yo ya no queda futuro, ni amor.
—¿Ella te dijo que no te ama? —pregunta, sorprendido.
—No, quien ya no siente nada soy yo.