El sol apenas despuntaba cuando Brooke abrió los ojos, sintiendo el peso cálido de un brazo masculino rodeando su cintura. El pecho desnudo de Aleksei descansaba contra su espalda, su respiración pausada rozándole la nuca. Durante un instante, pensó que todo era un sueño. Pero entonces, el recuerdo de la foto anónima, del rastreador en su móvil y del compromiso silencioso entre ellos la ancló a la realidad.
Se giró con cuidado, queriendo observar su rostro aún dormido. Había algo sereno en Aleksei en esos momentos de calma, cuando el peso del mundo no parecía presionarle los hombros. Sus pestañas oscuras descansaban sobre la piel tersa, y sus labios entreabiertos dejaban escapar un suspiro tranquilo. Brooke no pudo evitar rozarle la mandíbula con la yema de los dedos.
—Ya estás despierta —murmuró él, sin abrir los ojos, con esa voz ronca de recién levantado que le erizaba la piel.
—Hace un rato —susurró ella.
Aleksei abrió los ojos, y en cuanto la miró, la expresión cambió. El leve br