Sin vuelta atrás (3era. Parte)
El mismo día
Málaga
Iván
Había un solo motivo por la presencia de Andrés en la cárcel: venganza.
Pero la pregunta que no me dejaba en paz era otra: ¿qué papel me tocaba jugar? ¿Sería yo el peón sacrificado o ganaría mi libertad? Todo giraba en torno a él, no a lo que yo quisiera.
El silencio fue prudente, tenso, hasta que su voz rasgó el aire. Andrés se frotó la sien, con el ceño fruncido, midiendo cada palabra antes de soltarla.
—Te podría repetir que quiero tus acciones, pero lo mío es más complejo —dijo, sin apartar los ojos de mí.
—No me gusta lo que dejas entrever —respondí, cruzando los brazos—. No se trata solo de renunciar a las acciones; ¿me equivoco si digo que aún quieres proteger al cabrón de Ramiro?
Andrés inclinó la cabeza, apoyó los codos sobre las rodillas y respiró hondo.
—Quiero protegerme —contestó—, no ser arrastrado por su culpa y detener cualquier catástrofe en las empresas.
Apreté los puños hasta que los nudillos me dolieron.
—¿Y qué papel juego yo en tus planes