Sin vuelta atrás (2da. Parte)
El mismo día
Málaga
Camila
De mi familia, Andrés había sido el más apegado a mi madre; mostró empatía cuando la perdí y, sobre todo, nunca le había interesado el legado familiar. Pero todo cambió con la presión de Ramiro y la llegada de Iván: Andrés se convirtió en un peón o, mejor dicho, intentó no intervenir, jugando a la neutralidad. Yo ya no sabía qué esperar de él.
Aun así, abrió el juego: mencionó mi embarazo, mi prisa por sacar a Iván de la cárcel y dejó entrever una negociación por su colaboración.
Guardó silencio, esperando mi reacción. El peso de su mirada me obligó a hablar.
—Andrés, lo que anhelo es poder tener paz, poner fin a esta maldita guerra dentro de la familia. Tampoco asumas que estoy embarazada —dije, clavándole la mirada.
Él ladeó la cabeza con esa mezcla de condescendencia y preocupación que siempre mostraba.
—Camila, se hace mucho tiempo de tu “noviazgo” con Iván. Encima tienes todos los síntomas de un embarazo; hasta un ciego se daría cuenta —contestó, sin ap