Secretos que pueden matar (2da. Parte)
El mismo día
Málaga
Iván
Y por más que discutía con Camila, toda la frustración se apagó en ese segundo en que se mareó. Me quedé inmóvil, observándola, sintiendo cómo algo dentro de mí se descomponía. No sé si fue miedo, duda o esa absurda alegría que me atravesó al pensar en la posibilidad de que estaba embarazada. Ser padre jamás estuvo en mis planes, pero necesitaba escucharlo de sus labios. No podía quedarme con la incertidumbre devorándome el pecho.
Lo que obtuve fue ironía. Una respuesta vaga. Y finalmente, ese golpe seco cuando me dijo que perdí mis derechos por callar. Ahí me quedé, en la sala de juntas, rodeado de silencio y papeles que ya no significaban nada. La impotencia me apretaba el pecho. Me reproché por haberla perdido, por no haber hablado antes. Y esas preguntas martillaban sin descanso: ¿Qué haría si estaba embarazada? ¿Tendría a mi hijo o abortaría?
Aún no lo descubría. Mientras tanto, necesitaba llegar al fondo de los negocios sucios de Ramiro… y también ajusta