Rabia, dolor y un final inesperado (2da. Parte)
El mismo día
Málaga
Camila
Estaba desconcertada por ese afán de Mateo de querer seguir siendo parte de mi vida. Pero un matrimonio sin amor no era un escape a mis problemas, ni una forma de asumir la responsabilidad de un posible hijo. No aceptaría ser su esposa por apariencias ni por miedo al qué dirán. Y, al final, había una verdad que no podía negar: Iván era el padre de mi bebé. No lo ocultaría, aunque entre nosotros hubiera distancia.
Aun así, no quería herir a Mateo, pero tampoco podía aceptar algo que no sentía.
Respiré hondo, intentando mantener la calma, y finalmente rompí el silencio que nos asfixiaba.
—Mateo, aunque estuviera embarazada, no aceptaría “tu ayuda”. Y me da igual si hacen preguntas sobre el padre… nadie tiene derecho a cuestionar cómo vivo mi vida.
Él me miró con un gesto de incredulidad, las manos apretadas en los bolsillos.
—Camila, no logras ver con claridad cómo te juzgará tu familia, cómo vas a lidiar con la presión de ser una Del Valle. ¿Has pensado en có