El precio del perdón (1era. Parte)
El mismo día
Málaga
Iván
Todo se me vino abajo cuando sentí las esposas frías apretando mis muñecas; fue como si la poca esperanza de justicia se desvaneciera al entrar en la patrulla. Esta vez la humillación pesaba más que la primera detención: yo mismo había mentido sobre mi identidad por venganza. Estaba jodido y solo un milagro me sacaría de una larga temporada en la cárcel. Aun así, lo que más dolía era no poder estar junto a la mujer que amaba.
Las horas siguientes se me hicieron tarán de desesperación que me carcomía por dentro. Necesitaba saber cómo estaba Camila. Menos mal que al día siguiente apareció Lucas en la comisaría; su cara lo decía todo antes de abrir la boca. Me llevaron al cuarto de visitas; me senté y él no perdió tiempo.
—Iván —dijo, con la voz rasposa, sin poder disimular la tensión—. Te traigo noticias. ¿Primero quieres las buenas o las malas?
—Las buenas —solté, con la voz rota y agotada.
Lucas tragó saliva y dejó caer la frase como si le pesara.
—Camila desp