Estoy de pie junto a Alexander y Tiffany, y no puedo evitar sentirme un poco descolocada. La luz cálida del salón ilumina a todos con un brillo suave, y el murmullo constante de las conversaciones parece envolvernos en una burbuja. Observo a Lu mientras ríe con calma, esa risa contenida que es apenas audible, pero que llena el espacio de serenidad. A su lado, Tiffany es enérgica, risueña e irreverente; cada gesto suyo es una pequeña declaración de libertad. No puedo evitar pensar en lo surrealista que es verlas juntas. Ambas elegantes y ambas seguras de sí mismas, pero de maneras totalmente opuestas.
Al principio me sentí algo cohibida, pero la pareja había sido muy agradable y me siento bien. de hecho, se siente bien salir un poco, ya que los últimos días los había dedicado a pintar y cuando lo hacía se perdía en sí misma. Esta salida me ha dado una especie de respiro. Alexander mantiene su mano en la parte baja de mi espalda mientras un camarero se acerca con una bandeja de canapés.