POV ALEXANDER.
El silencio se instala un instante cuando me encierro en el cuarto. Apoyo las manos en el borde del lavabo del baño y me miro en el espejo. La mancha de pintura en mi camisa me devuelve la imagen de un hombre al que ella consigue desarmar con una facilidad irritante. No es únicamente la pintura; es todo lo que trae consigo.
¡Peligro!
Mientras me doy una ducha rápida y me cambio, pienso en el día que he dejado atrás. Llamadas interminables, reuniones donde todos fingen saber más de lo que saben, la presión constante de ser quien debía mantener las piezas en orden. Y ahora, al llegar aquí, ese orden se derrumba con la risa, la pintura y los gestos de Nicole.
Cuando regreso al salón, ella ya ha recogido parte del desastre. El caballete sigue ahí, pero los pinceles están en un frasco con agua y ha cerrado los botes de pintura. Se ha quitado el overol y viste un top y unos pantalones cortos que dejan sus piernas descubiertas. Mi cuerpo despierta de inmediato y siento cómo mi