POV ALEXANDER
Me maldigo en silencio.
La tensión entre Nicole y yo es insoportable, se siente como un nudo apretando mis entrañas. No importa cuánto intente ignorarla, ahí está, como un fantasma que se cuela en cada respiro. Y lo peor es que es mi culpa. No hay excusas. No hay culpables externos. Yo lo arruiné el momento en que cedí al deseo de tocarla.
Ella se había entregado. Aún está fresco en mi cabeza y lo veo con demasiada claridad, y esa claridad me persigue como un castigo. En mis brazos se volvió líquida, maleable, confiada. Respiraba contra mi cuello, se arqueaba bajo mis manos como si hubiera nacido para eso. Y yo… yo, que se supone que soy el sensato, el que tiene la cabeza fría, me permití más de lo que debía.
No llegué a tomarla por completo, no crucé la última línea. Pero en el fondo sé que lo que hice fue suficiente para complicarlo todo. Lo sabía incluso antes de tocarla, y, aun así, lo hice.
Uno de los dos debía ser sensato. ¡Se supone que yo lo soy! Y, sin embargo,