El equipo de seguridad de Alexander le informó que tenían la ubicación de un posible lugar donde podría estar Aurora. Se cubrió el rostro con ambas manos, y dejó salir un suspiro de alivio.
—No pierdan el tiempo, díganme exactamente dónde es. Debo ir a buscarla inmediatamente —ordenó con impaciencia.
El jefe de seguridad le entregó el domicilio. Era un barrio sencillo, pero también podía llegar a ser conflictivo y peligroso, y lo horrorizaba pensar que Aurora pudiera estar pasando alguna situación de riesgo. Rápidamente,
Alexander fue a buscarla.
Por otra parte, Aurora terminaba su jornada en el modesto taller donde había conseguido trabajo. Caminaba por las calles porque quería tomar aire fresco después de las noticias desagradables que había recibido a través de su teléfono. Lo que menos quería era estar sola en casa. El aire de la noche la golpeó de frente, los pensamientos se arremolinaban en su cabeza como dagas envenenadas que se esparcían por todos lados.
Aurora estaba pe