el rostro de Karoline se transformó en una máscara de furia. Vi cómo estuvo a punto de avanzar hacia mí, pero justo en ese momento los señores Richmond se acercaron a recibirlos.
—Feliz aniversario, señores Richmond, es una celebración preciosa —dijo Alan, con esa voz engolada que usaba para llamar la atención.
—Alan, muchas gracias por acompañarnos, me alegra que te guste la fiesta —respondió el señor Richmond con cortesía, aunque noté que su entusiasmo no era tan cálido como con Alexander—. ¿No nos vas a presentar a tu linda acompañante, querido?
—Por supuesto. Les presento a la señora Karoline Whitmore.
—¿Me imagino que ella es tu esposa? —preguntó la señora Richmond con una curiosidad evidente.
Sabía perfectamente que Alan no tenía una relación cercana con ellos, y a diferencia de Alexander, nunca había sido parte de este círculo social hasta que empezó a escalar a la fuerza en el mundo empresarial.
—No, ella es una buena amiga —respondió él con frialdad.
Vi el gesto de Karoline e