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Llegamos a un consultorio lujoso en el centro de la ciudad, la gente cuando miraba a Mijaíl murmuraba entre ellos, otros se apartaban con pavor en sus ojos. El mafioso se voltea para verme y una sonrisa brotó de sus labios, una sonrisa que realmente me daba miedo.
Una mujer mayor nos atiende, intercambia palabras con ella, esta me mira con pesar y algo de pena.
—En unos minutos nos atenderá