**ANDREA**
No sé cuántas veces he despertado con este mismo vacío.
El sol entra por la ventana cada mañana, cálido, persistente, como si quisiera recordarme que la vida sigue… aunque algo dentro de mí se haya quedado detenido. Llevaba una semana y media en este hospital, y aunque mi cuerpo empieza a responder, hay una parte que sigue adormecida.
Mi madre llega todos los días con esa sonrisa temblorosa que intenta ocultar el miedo. Mi padre pasa las noches en vela. Y Gracia... ella es mi refugio. Con sus chistes malos, sus libros de arquitectura, sus abrazos sin preguntas. Pero aún con todo eso, hay un silencio que nadie menciona. Un nombre que nadie pronuncia.
Santiago no ha regresado para nada.
Aquel día me dijo que saldría un momento. Que regresaría pronto. Lo recuerdo claro, aunque no sé por qué me aferro tanto a ese instante. Su voz… su voz me rozó como un eco que se quedó vivo en mi pecho. Y su mirada... Dios, su mirada.
Hay algo en ella que me sigue estremeciendo. Como si a