**SANTIAGO**
“Ellos dos han coincidido en su decisión.”
Y esa coincidencia... me destroza.
Mi pecho se contrae de una forma que no puedo describir con palabras. No es solo una punzada emocional; es más física. Una presión salvaje, como si alguien hubiera metido la mano directamente en mi pecho y ahora estuviera estrujando mi corazón con un rencor implacable.
Siento cómo me cuesta respirar, cómo la realidad se impone sin misericordia.
Recuerdo que Leonardo me lo dijo: Que cuando todo esto terminara, se confesaría...
Y lo hizo sin titubear, sin darme tregua. Mientras yo me aferraba al silencio, dándole espacio a ella para que sanara, para que respirara… él no dudó.
— ¿Qué irónica es la vida, ¿no?
Creí que tal vez tendría una segunda oportunidad; que quizás, después de tanto, lograría reconstruir lo que alguna vez fue nuestro.
Pero al final… Nunca tuve oportunidad de volver a ganarme su corazón.
Camino por los pasillos del hospital sin rumbo fijo, como si con cada paso intentara alejarme