**SANTIAGO**
Me despierto antes de que suene la alarma. No fue el sonido lo que me trajo de regreso, fue la ansiedad. Llevo un buen rato mirando el techo, sin moverme, sin atreverme siquiera a cerrar los ojos otra vez. Cuando al fin giro la cabeza hacia el reloj, veo los números rojos marcando las seis y veinte. Pero mi cuerpo, terco como siempre, ya lo sabía.
Me siento al borde de la cama. Paso las manos por mi rostro, intentando arrancarme el cansancio, la frustración, todo. Respiro hondo. No puedo seguir postergando esto.
Hoy no pienso permitir que Andrea me esquive.
Hoy necesito una respuesta clara, sin evasivas, sin silencios incómodos. Necesito saber quién la invitó al compromiso.
El pensamiento me sacude más de lo que debería. Me levanto. Voy al baño. La ducha es rápida, casi mecánica. No busco relajarme, solo quitarme de encima los rastros de una noche larga. El agua cae sobre mis hombros como si no bastara para limpiar todo lo que llevo por dentro.
Elijo una camisa azul oscur