**VALERIA (NATALIA)**
El estruendo del espejo al romperse contra el suelo retumba como un trueno en el departamento silencioso. Cae hecho trizas, astillado como mi paciencia, como mis nervios, como todo lo que creí tener bajo control. Miro en torno, jadeando, sintiendo cómo las lágrimas se mezclan con la rabia que me quema desde dentro. Botellas vacías esparcidas por el suelo, fotos de Andrea hechas pedazos, arrancadas con furia, arrugadas, pisoteadas. Sus ojos me siguen desde cada maldito recorte, aunque ya no tengan rostro. Las cortinas cuelgan a medias, como si también hubieran sido víctimas del caos
—¡Cállate! ¡Cállate! — le grito a la nada, a las paredes, a los recuerdos que me acosan.
Me abrazo los brazos, temblando, sintiéndome a punto de romperme. Me odio, lo odio, la odio más.
Mis ojos se deslizan como cuchillas hacia la laptop encendida sobre la mesa, esa maldita máquina que me ha estado escupiendo imágenes toda la noche. La pantalla aún muestra las fotos de Santiago y Andre