Los días pasaban y Aye seguía evadiendo tanto a Mateo como a Dylan. No respondía los llamados, ni los mensajes de ninguno de los dos, y desviaba su camino cada vez que se cruzaba a Dylan por los pasillos de la Universidad o por el campus. No había recibido más cartas, al menos eso era lo que ella pensaba, ya que sus amigas la mantenían alejada de eso. Se propuso dedicarse a lo que había ido a hacer a Nueva York. Estudiar. Esa era su única preocupación. Aunque en más de una oportunidad estuvo a punto de responderle a Mateo, se abstuvo y logró seguir con su distancia, no podía quitarse de la cabeza la imagen de Mateo golpeando a Dylan, le dolía el pecho cada vez que se acordaba de ese momento.
Por otro lado, Dylan seguía con su trabajo, cada momento libre, le escribía o trataba de hablar con ella, sin embargo, su cabeza estaba en el propósito del campus. No había conseguido nada y eso lo estaba matando, nunca había tardado tanto tiempo en hacer su trabajo, era uno de los mejores y es mu