Mateo sale de una reunión junto a Marcelo cuando su teléfono suena anunciando un mensaje.
—Dylan Jonshon —lee el mensaje enviado por Adam.
—Te debo una —responde.
—¿Quién es? —Indaga Marcelo.
—Adam —le contesta y Marcelo lo mira esperando más información—. Le pedí el nombre completo del brasileño —explica.
—¿Ahora haces trabajos de detectives? —se burla del italiano.
—No —niega—. Eso se lo voy a dejar a mi padre.
Marcelo sonríe, al tiempo que ambos se adentraron en la oficina de Mateo.
— ¿Y tu padre va a investigar sobre ese hombre sin pedir una explicación? —curiosa haciendo reír a Mateo.
—Por supuesto que no —Mateo toma asiento en su sillón y abre el ordenador para hacer una vídeo llamada a su padre—. Voy a tener que decirle la verdad si quiero que me diga la verdad de lo que encuentre —expresa.
—Y ¿qué pasa si no encuentra nada?
—Siempre hay algo —se limita a responder el audido.
Marcelo suspira y toma asiento frente a él.
— ¿Qué es lo que quieres encontrar, Mateo? —cuestiona.
—Cua