Aye coloca una mano en su pecho al sentir una horrible presión, sentía que estaba a punto de morir, si era así como se sentía morir. Siente su rostro mojado y sabe al instante que son lágrimas, lágrimas de angustia, de dolor, un dolor que tenía dentro de ella desde hace mucho tiempo, del cual no era consciente. Su padre había creído ciegamente en todo lo que le dijo a ella, pero nada de eso pasó y luego se tomó de hacer mecha en su madre, en su familia, en ella misma, al matar a su tío Lucas a sangre fría. Al torturar de manera tan morbosa a su madre. ¿Cómo un hombre que prometía a su hija que todo iba a estar bien, podía quitarle parte de su familia de esa forma? Él le había mirado a los ojos en cada historia que le contó, en cada promesa que juró y faltó a que ella se durmiera para romper todo ese embrujo. En cuanto había despertado junto a su madre y no había visto indicios de su padre, ella en el fondo, sabía que aquel que dijo ser su padre, había roto cada promesa que le había ju