Adhara se sentía completamente agotada y que de un momento a otro iba a colapsar.
Estiró su cuerpo y cada una de sus articulaciones crujieron ante sus movimientos, especialmente su espalda, la cuál se encontraba especialmente adolorida después de fregar pisos sin descansar.
Entre ir a visitar a Mattia al hospital, trabajar de día limpiando casas y limpiando en el bar todas las noches, su cuerpo estaba a punto de sucumbir ante la fatiga.
Ni siquiera su ropa holgada era capaz de cubrir la delgadez que empeoraba cada día.
- ¿Niña?.- Una voz quebradiza hizo eco entre las paredes vacías de aquella sala.- Deja eso y acompaña a esta anciana a merendar.- Una amable mujer de edad avanzada le sonrió con ternura.
Llevaba en sus manos una bandeja con café, pan y frutas, dispuesta a obligar de ser necesario a la joven para que probara unos cuantos bocados, ya que aquella no había parado ni un instante desde que llegó.
- Gracias señora Francesca, pero debo terminar y...
- ¡Nada de eso!.- La mayor l