Adrián:
—Dominic es nuestro hijo. Mío y de Oscar, por supuesto.
—Sí, claro. Y Santa Claus y el conejo de pascua son mis amigos.
—¿Por qué estás siendo tan cínico y escéptico Adrián, qué sucede?
—Muchas cosas y ninguna de ellas es buena. Por cierto, ¿dónde estás? Hace semanas que no te veo por ahí.
—Estoy trabajando. Reanudé mi carrera de modelaje y estoy en un trabajo bastante bien pagado desde hace un mes.
—Hmmm, eso lo explica todo. Y oye, ¿cuando regresas?
—En unos días. ¿Por qué?
—No, por nada en especial. Es solo que me gustaría invitarte a qué almorzaremos juntos.
Chiara:
—No, no puedo.
—Pero madrina, trabajas demasiado. Por un día que no vayas a trabajar no pasará nada.
—Oh, por supuesto que sí. Si no voy a trabajar, el mundo explotará en pedazos, la economía mundial colapsará…¡y los zombis se comerán a los niños! – parodio, haciéndole cosquillas y el se ríe y chilla feliz.
—No le tengo miedo a los zombis.- farfulla Dominic, elevando sus mentón valientemente.- pero quiero ir de