La clínica estaba envuelta en un silencio incómodo, roto solo por las suaves palabras del doctor Federico. Sentado frente a Amatista y Enzo, Federico mantenía una postura profesional, pero su mirada reflejaba la empatía que sentía por la pareja.
—Amatista, el embarazo es real, pero no es viable —dijo finalmente, con la voz medida y pausada. Miró a ambos antes de continuar—. El desarrollo del bebé no es completo, y continuar con el embarazo podría poner en riesgo tu salud. Sé que esto es difícil de escuchar, pero tenemos que proceder con la interrupción.
Amatista mantuvo la mirada fija en el suelo, mientras sus dedos jugaban nerviosamente con el borde de su blusa. Enzo, sentado a su lado, entrelazó su mano con la de ella, apretándola con suavidad, como si quisiera recordarle que estaba allí.
—¿Qué debemos hacer ahora? —preguntó Enzo, su tono bajo pero firme, con una tensión que apenas lograba ocultar.
—Podemos realizar el procedimiento mañana mismo. No tomará mucho tiempo, y con el deb