El sonido de los golpes al golf resonaba en el campo, mezclándose con las risas ocasionales de los socios y comentarios sobre estrategias y negocios. La competencia avanzaba entre bromas y conversaciones serias, pero había algo que captaba más atención que los propios jugadores: la dinámica entre Enzo y Amatista. Era imposible no notarlos, especialmente para quienes compartían el juego con ellos.
Maximiliano y Mauricio Sotelo, que habían sido cautivados por la belleza de Amatista al instante, se esforzaban por apartar la mirada para no llamar la atención de Enzo. Sin embargo, no podían evitar dirigirle breves y furtivos vistazos, asombrados por su elegancia y ese aire sereno que parecía envolverla.
Por su parte, Sofía, siempre rápida para detectar las tensiones, no perdió la oportunidad de burlarse de ellos. Se les acercó en un momento de pausa, cruzando los brazos con una sonrisa juguetona.
—Vaya, chicos, parece que no esperaban esa revelación de Enzo. ¿Siguen pensando que tienen alg