Tras el final de la competencia, el grupo se dirigió a la terraza del club de golf, un espacio abierto que ofrecía una vista privilegiada del campo. Las mesas dispuestas estratégicamente bajo sombrillas brindaban sombra suficiente para disfrutar de la brisa suave de la tarde. Las conversaciones comenzaron con un tono ligero, acompañadas por las bebidas frías que los camareros distribuían con precisión.
Amatista y Enzo se acomodaron en una de las mesas centrales. Ella, con una postura relajada, se sentó con las piernas recogidas sobre la silla, apoyando la cabeza ligeramente en el brazo de Enzo. Mientras él mantenía una charla seria con algunos de los presentes, su esposa parecía ajena a las tensiones del momento, su atención completamente capturada por el paisaje que se extendía ante ella.
Aunque Amatista había visitado ese club en múltiples ocasiones, cada vez encontraba algo nuevo que admirar. La mezcla de colores, el brillo del sol sobre el césped perfectamente cuidado y la calma d