—¿Qué hacen aquí? —preguntó, avanzando con cautela, aún protegiendo a Luz con el brazo.
La luna se alzaba alta y blanca en el cielo, filtrando su luz entre los árboles del bosque. Asher sostenía la mano de Luz con firmeza sus pasos apenas perturbando las hojas bajo sus pies. Ella, con la capa cubriéndole su cabeza mantenía los ojos fijos al frente. No dijo una palabra. No era necesario. Sabía que Calia los necesitaba, y eso bastaba.
Frente a ellos, oculta entre los arbustos y raíces, estaba la entrada al viejo túnel de piedra que conducía a las cocinas de la mansión, pero no estaban solos.
Cuatro figuras los esperaban bajo las sombras: Ilaria, Sitara, Evolet y una mujer de cabello trenzado que Asher reconoció de los entrenamientos: Seren.
Asher frunció el ceño en espera de una repuesta. Su lobo se tensó.
Fue Liora quien respondió, saliendo de entre los árboles con una sonrisa tranquila.
—Son mi refuerzo —dijo—. Tus ojos y tus brazos no bastarán para lo que hay adentro.
—¿Y ellas...? —