Capítulo 48

—Calia… —susurró muy bajo al abrir los ojos, su voz rasposa por el dolor y el agotamiento.

Ella reaccionó de inmediato, arrodillándose a su lado con el corazón latiéndole con fuerza. La tenue luz de la luna se filtraba por la entrada de la cueva, iluminando su rostro preocupado.

—Estoy aquí —murmuró, acariciando su mejilla con suavidad.

Aleckey parpadeó un par de veces antes de centrarse en ella. Sus fuerzas apenas regresaban después de seis largas horas dentro de aquel refugio improvisado. Se sentía débil, pero al menos el dolor punzante había disminuido. Su regeneración avanzaba más rápido de lo que esperaba y, aunque aún quedaban rastros de sangre seca en su piel, sus heridas estaban casi cerradas.

—Tenemos que movernos pronto —murmuró Aleckey, forzándose a incorporarse.

—¿Estás seguro de que puedes caminar? —preguntó ella con el ceño fruncido.

—Estoy seguro de que debo hacerlo. No podemos quedarnos aquí por más tiempo.

Calia asintió a regañadientes. Ella también sabía que no podía
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