Capítulo 130

Cuando Aleckey cruzó la puerta de la habitación, Calia dormía profundamente. El cabello revuelto se esparcía sobre la almohada como un velo blanco, y a su lado, el pequeño Zadkiel descansaba envuelto en una manta cálida, con los labios entreabiertos y la respiración tranquila.

Aleckey cruzó la habitación sin hacer ruido. Se detuvo frente a la cama y observó a los dos seres que daban sentido a cada una de sus mañanan. Luego, con una ternura que contrastaba con la fiereza que había cargado durante la noche, se inclinó y tomó con cuidado al niño entre sus brazos, Zadkiel gimió levemente en sueños, pero no despertó, Aleckey lo depositó en su cuna, arropándolo con delicadeza y asegurándose de que estuviera cómodo antes de volver a alzarse.

Se despojó de la ropa sin prisa. Cada prenda caída al suelo marcaba el cierre de un ciclo, la descarga del peso de su día. Cuando finalmente quedó desnudo, subió a la cama y se acomodó detrás de Calia, rodeándola con sus brazos y pegando su cuerpo al de
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