ARTEMIA:
Él sonrió entonces, con una expresión que un humano jamás habría podido replicar. Oscura. Triunfante. Como si mi desafío fuera exactamente lo que había buscado desde el principio.
—Eso es lo que quería oír, Artemia —susurró, acercando su rostro al mío hasta que no hubo nada entre nosotros más que el aire compartido—. Y no importa cuánto lo niegues, no estás luchando contra mí... estás luchando contra ti misma. Retrocedí un paso, intentando recuperar la distancia que había deshecho con tanta facilidad. Pero era inútil. Él estaba tan cerca, tan enraizado dentro de este momento, que cualquier intento de escapar sería una declaración de derrota. Y yo jamás mostraría debilidad.—¡Basta! —dije tratando de recobrar el control al que estaba