121. EL VALLE DE LOS SECRETOS
KAESAR:
Mi mente giraba, intentando asimilar las palabras de la Loba Estrella. La verdad parecía un filo afilado que cortaba cualquier certeza que había tenido hasta ahora. Artemia no era mi madre. No era la mujer que me enseñó a luchar, a resistir el dolor, a guiar una manada. Era mi enemiga, un ser oscuro que había estado manipulándome desde el principio, envolviéndome en una red de mentiras tejidas con su hechicería.
El aullido persistente resonó nuevamente, rodando como una ola desde las colinas lejanas. Mi lobo, Kian, rugió dentro de mí, exigiendo respuestas y acción. Pero no podíamos movernos sin un plan. No esta vez.
—Kaesar —mi Luna habló suavemente junto a mí, sus dedos entrelazándose con los míos. Había una mezcla de miedo y obstinación en sus palabras—. No podemos simplemente quedarnos aquí esperando. Necesitamos respuestas. Necesitamos prepararnos.
La miré. Su fuerza, a pesar de todo lo que ambos habíamos enfrentado, era lo que mantenía partes de mi alma todavía intactas.