—Te ves mal, Clara. ¿Puedo pasar? —dijo él, mirándola con ese aire tranquilo que conseguía sacarla de quicio.
Ella no respondió. Simplemente se giró, caminó tambaleante hacia el sofá y se dejó caer sobre él como si el mundo no existiera.
Gonzalo cerró la puerta y avanzó hacia la mesilla, donde la botella de vino a medio terminar parecía confirmar lo que ya sospechaba.
—Siempre el mismo día… —murmuró Clara, señalando el televisor con un gesto vago—. Es muy triste. Ella al final se muere.
—Gracias por arruinarme la película. —Gonzalo intentó bromear mientras se sentaba a su lado.
Clara lo miró de reojo, con los ojos enrojecidos.
—¿Qué haces aquí?
—Quedamos en que nos veríamos hoy. —Le recordó, acomodándose en el sofá con aire relajado.
—Te envié un mensaje. Te dije que no me sentía bien… puede que sea algo contagioso.
Gonzalo alzó una ceja, divertido.
—La borrachera no es viral, Clara.
Ella bufó, y se pasó una mano por el pelo, despeinándose aún más.
—Creí que te habías arrepentido, com