POV HERNÁN
Escuchar decir esas palabras a mi padre estando frente a Clara hace que mi sangre hierva de enojo. Tengo que contener a Lyke para que no haga nada estúpido.
—Vamos a hablar a mi oficina —le digo con los dientes apretados.
Le hago un gesto a Clara para que me espere y avanzo a mi despacho con mi papá pisándome los talones. Cierro la puerta tras él y lo miro con dureza.
—Me diste un mes —expreso—. No pasaron ni tres días.
—Debes conocer a tu Luna cuanto antes para que entren en confianza —manifiesta.
—Ya encontré a mi Luna —confieso. Arquea las cejas.
—Ah, ¿sí? —Se ríe por lo bajo—. ¿Y dónde está? ¿Por qué aún no estás marcado?
—Es algo complicado, ¿está bien? Pero lo estoy llevando, voy a solucionarlo antes del mes —afirmo. Niega con la cabeza.
—¿Complicado? Una relación de parejas destinadas nunca es complicada —comenta. Suelto un suspiro cargado de frustración.
—No lo vas a entender jamás, papá. Esta situación es diferente, es más complicada de lo que imaginas.
—Complicada para ti, tal vez —replica—. Pero para mí, una relación con tu Luna debería ser clara y directa. No debería haber dudas ni demoras.
Mi padre avanza un paso, acercándose más a mí, y su mirada se torna más intensa.
—¿Qué es lo que no entiendes? —le pregunto, tratando de mantener la calma.
—Entiendo que las cosas no siempre son fáciles —dice con tono más suave—. Pero también sé que hay una razón detrás de cada dificultad. Si has encontrado a tu Luna, ¿por qué no la has marcado aún? ¿Por qué no has dado el siguiente paso?
—Porque… —empiezo, buscando las palabras correctas—. Porque ella no sabe todo sobre nosotros. Y no es fácil revelarlo todo de golpe. Ella necesita tiempo para entender y aceptar lo que somos.
De repente su rostro muestra entendimiento.
—No me digas que es humana —suelta. Trago saliva y me cruzo de brazos—. No puede ser, Hernán, ¡no puedes llevar a una humana a la manada! Sabes que no la van a respetar, no puedes ni siquiera marcarla… ¿Y la descendencia? ¡Los lobos no podemos tener hijos con humanos!
—Baja la voz —le pido—. Para empezar, fue la diosa la que me puso en este enredo, ella me emparejó con una humana, no es que yo me encapriché con una mujer de este mundo. Y segundo… creo que tiene un lobo dormido.
Mi padre me observa con incredulidad, sus ojos se abren en una mezcla de sorpresa y desdén.
—¿Un lobo dormido? —pregunta, sus palabras cargadas de escepticismo—. Eso es casi imposible. ¿Cómo puedes estar tan seguro?
—No lo estoy completamente —admito—. Pero desde que nos besamos… empezó a mostrar signos.
—Esto complica aún más las cosas —dice, frunciendo el ceño—. Si resulta que tiene un lobo dormido, eso puede cambiar todo, pero no garantiza que la manada la acepte o que puedas marcarla. La aceptación de una humana es aún más compleja.
—Lo sé —respondo con frustración—. Y por eso tengo que ir con cuidado. No quiero hacerle daño, ni a ella ni a la manada. Necesito encontrar una manera de manejar esto sin que todo se desmorone.
Mi padre suspira profundamente, su expresión se suaviza un poco, aunque aún muestra preocupación.
—De acuerdo, Hernán. Si crees que tiene un lobo dormido, eso podría darle una oportunidad, pero aún tienes que considerar que las cosas podrían ser difíciles. Tendrás que demostrar tu compromiso tanto a la manada como a ella.
—Lo entiendo —digo, asintiendo—. Haré todo lo que esté en mis manos para asegurarme de que Clara esté segura y aceptada, y para descubrir la verdad sobre ella.
Mi padre me mira con resignación.
—Haz lo que creas necesario, pero si en un mes su lobo no despierta, te casas con Samantha.
Me atraganto con mi propia saliva al escuchar el nombre.
—¿Estás loco? —inquiero—. ¡Esa mujer se acostó con media manada! Es interesada…
—Ella cambió —me interrumpe con seriedad. Pongo los ojos en blanco—. Además, tú también tuviste una vida sexual desordenada.
Suelto una carcajada.
—Como digas —expreso—. Te doy mi palabra, si en un mes no descubro al lobo de mi pareja, me caso con Samantha.
Él asiente y sale de la oficina. M*****a sea, voy a tener que hacer algo para que sea rápido.
Me quedo solo, con el corazón latiendo rápido y la mente llena de pensamientos frenéticos. La presión de la promesa hecha a mi padre pesa sobre mí como una bolsa de cemento. No puedo permitir que esto termine con un compromiso forzado con Samantha.
Sé que Clara tiene algo especial, algo que va más allá de lo que parece. La noche pasada me mostró que tiene un potencial que no podemos ignorar, pero necesito descubrir la verdad antes de que sea demasiado tarde.
Primero, necesito pasar más tiempo con Clara, no solo en un contexto romántico sino también de manera que ella se sienta segura y abierta para compartir lo que realmente siente. La conexión que tenemos es real, y creo que puede ser la clave para despertar su lobo, si es que lo tiene.
Segundo, tengo que hablar con algunos miembros de la manada, buscar consejos y posibles soluciones. La aceptación de una humana puede ser difícil, pero si Clara tiene un lobo, la situación podría ser más prometedora de lo que parece.
Finalmente, tengo que hacerle saber a Clara que estoy dispuesto a enfrentar cualquier desafío por ella. Mi compromiso con ella debe ser evidente en cada acción, cada palabra, y cada gesto. No puedo dejar que los errores de mi padre o las presiones externas interfieran con lo que siento por ella.
Justo cuando estoy a punto de salir de mi oficina, Daniel entra sin previo aviso.
—¿Tienes un minuto? —pregunta con expresión seria.
—Claro, Daniel. ¿Qué pasa? —respondo, cerrando la puerta detrás de él.
—Escuché que tu padre estuvo aquí. ¿Qué te dijo? —inquiere, sentándose en una silla frente a mi escritorio.
—Me dio un ultimátum —respondo con un suspiro—. Un mes para despertar el lobo de Clara, o me casa con Samantha.
Daniel frunce el ceño, claramente sorprendido.
—Eso es... complicado. Sabes que la aceptación de una humana en la manada es difícil, pero también sabes que las reglas y tradiciones no son inquebrantables. Hubo adaptaciones antes, y podemos hacerlo de nuevo si es necesario. Lo importante es cómo manejamos la situación y cómo presentamos el caso ante la manada.
—Lo sé, Daniel —digo, pasando una mano por mi cabello—. Pero Clara no sabe nada de esto. No tiene idea de que podría despertar un lobo dentro de ella, y menos aún de las implicaciones de nuestro mundo.
Daniel asiente, pensativo.
—Tienes razón, es una gran carga para ella, pero si Clara realmente tiene un lobo, entonces ella misma sentirá el despertar cuando llegue el momento. Lo que podemos hacer es apoyarla, guiarla y estar ahí para ella en cada paso del camino. Y tú, más que nadie, debes ser su apoyo más firme.
—Eso es lo que planeo hacer —respondo con determinación—. Pero también necesito un plan B. Si no logramos despertar su lobo en un mes, debo encontrar otra manera de mantenerla a salvo y conmigo.
—Tendrías que hacer que te destierren —expresa con seriedad.
—Sería un renegado —digo.
—Sí, pero podrías estar con Clara. —Se encoge de hombros—. Es eso o tu manada, tendrías que ver qué es más importante para ti.
Asiento con lentitud, sopesando sus palabras. Ser un renegado no es una decisión que se tome a la ligera. Significaría dejar atrás todo lo que conozco y arriesgarme a vivir una vida en constante peligro, siempre huyendo y sin el apoyo de la manada, pero si eso es lo que necesito para estar con Clara, podría ser una opción.
—Sabes que te apoyo en cualquier decisión que tomes —continúa Daniel—, pero debes estar seguro de que Clara esté dispuesta a seguirte en esta vida. Sería un gran sacrificio para ambos.
—Hablaré con ella —respondo, sintiendo una mezcla de miedo y esperanza—. Gracias, Daniel.
—Siempre tienes mi apoyo.
Nos damos un abrazo antes de salir de la oficina. Cuando me acerco al escritorio de Clara, me doy cuenta de que no está. La busco por todos lados, pero el portero me dice que salió hace un rato. ¿Por qué no me esperó?