Mundo ficciónIniciar sesiónPOV HERNÁN
—Maldita sea, Lyke —gruño mientras acuno a Clara en mis brazos y subo las escaleras hasta mi habitación para posicionarla sobre mi cama.
—No pensé que fuera a funcionar —expresa.
El genio de mi lobo tuvo la brillante idea de tratar de comunicarse telepáticamente con ella. Al parecer, funcionó, cosa que me sorprende demasiado porque eso solo sirve para los que tenemos lobos, pero para ella fue demasiada energía.
—¿Qué te hizo pensar que era una buena idea? —pregunto enojado, ajustando una almohada bajo la cabeza de Clara. La observo, su rostro está pálido, pero tranquilo, como si estuviera simplemente dormida.
—Tenía que intentarlo. Hay algo en ella, Hernán, estoy seguro —responde Lyke, con su tono ahora más serio.
Sus palabras me inquietan. No es la primera vez que siento que Clara es especial, pero esto es diferente. Me quedo mirando su rostro, buscando algún indicio de que esté despertando.
—¿Crees que esto significa que tiene un lobo dormido? —pregunto en voz baja, más para mí mismo que para Lyke.
—Es posible. O quizás algo más. Necesitamos averiguarlo, pero sin ponerla en peligro de nuevo —manifiesta Lyke con una firmeza que rara vez muestra.
Suspiro y me siento al borde de la cama, tomando la mano de Clara con la mía. La calidez de su piel me da una pequeña sensación de alivio. No puedo evitar sentirme culpable por lo que pasó, debería haber sido más cuidadoso.
Los minutos pasan, y cada segundo parece una eternidad. Miro la expresión serena de Clara y me pregunto qué estará soñando.
Recuerdo vívidamente la primera vez que sentí la presencia de Lyke en mi mente. Fue como un torrente de emociones y pensamientos, una mezcla abrumadora de sensaciones que casi me hicieron perder el control. La conexión con Lyke fue instantánea y poderosa, una presencia constante en mi mente, siempre vigilante, siempre protegiéndome y, para ser sincero, siempre entrometido. La primera vez fue especialmente intensa, como si una parte de mi alma se abriera de golpe para dejar entrar una entidad completamente nueva.
Sentí una oleada de poder, una energía cruda y primitiva que me recorrió de pies a cabeza. Al principio, fue aterradora la sensación de tener otra mente dentro de la mía, otro ser compartiendo mis pensamientos y emociones, pero con el tiempo y ayuda de mi familia, aprendí a convivir con Lyke, a aceptar su presencia como parte de mí.
Estoy intrigado sobre si Clara experimentó algo similar, si sintió esa explosión de energía y emoción que acompaña a la conexión con un lobo. Me preocupa que haya sido demasiado para ella, que la haya abrumado. No debería haber permitido que Lyke intentara comunicarse tan pronto, debería haber sido más cauteloso, más protector.
La miro, esperando cualquier señal de que está bien. Mientras tanto, mi mente sigue divagando, tratando de entender cómo podemos manejar esto juntos. Si Clara realmente tiene un lobo dormido dentro de ella, debemos encontrar una manera de despertarlo sin ponerla en peligro. Debemos descubrir por qué su lobo ha permanecido dormido durante tanto tiempo y qué significa eso.
Finalmente, Clara comienza a moverse ligeramente, sus párpados tiemblan antes de abrirse con lentitud. Me inclino hacia adelante, sin soltar su mano.
—Clara, ¿cómo te sientes? —pregunto suavemente, tratando de no asustarla.
Ella parpadea varias veces, enfocando su mirada en mí.
—Hernán... ¿qué pasó? —inquiere con tono débil.
—Te besé y te desmayaste —respondo esbozando una sonrisa, acariciando el dorso de su mano con mi pulgar.
Su rostro se suaviza y demuestra que recuerda lo que acaba de pasar.
—Vi algo… unas imágenes… —expresa frunciendo el ceño—. ¿Qué significa eso?
—No sé qué viste —contesto.
Me mira con una mezcla de interés e intensidad y sacude la cabeza.
—No lo sé, debe ser el hambre —comenta.
—Hablando de eso… voy a sacar la pizza del horno, ya debe estar lista. Tú quédate aquí, descansando —digo.
Salgo corriendo hacia la cocina, dejando a Clara en la cama. Mientras saco la pizza del horno y meto la segunda, no puedo evitar pensar en las imágenes que dice haber visto. ¿Qué habrá visto? ¿Habrá sido una visión de su lobo? La idea me llena de esperanza y preocupación al mismo tiempo.
—Siento que no nos quiere decir qué vio —suelta Lyke.
No respondo. Regreso a la habitación con la pizza, tratando de mantener la calma. Clara me mira con una expresión de curiosidad y un poco de desconcierto, pero parece más relajada ahora.
—Aquí tienes —digo, colocando la pizza en una mesita junto a la cama—. Espero que te guste.
Ella sonríe y toma un trozo, mordiéndolo con gusto. Mientras comemos en silencio, siento que la tensión en el aire disminuye un poco.
—Gracias, Hernán. Está deliciosa —comenta después de unos minutos, mirando la pizza con una sonrisa.
Es tan hermosa que, si fuera por mí, la estaría degustando con todas las ganas del mundo.
—¿Me quieres decir qué viste? —decido volver a preguntarle. Ella me observa y suspira.
—Te vi a ti… —Hace una pausa—. Convirtiéndote en un lobo.
Me quedo en silencio, sosteniendo su mirada. M****a, Lyke, le podría haber mandado una imagen menos fuerte.
—¿Y qué…? —comienzo a decir, pero no encuentro las palabras correctas—. ¿Qué piensas?
Ella no responde, simplemente toma mi brazo y mira mi tatuaje. Es el rostro de Lyke.
—Es el lobo que yo dibujé —susurra. Asiento con la cabeza—. Y jamás te vi este tatuaje.
—Lo sé —respondo—. Es nuestra conexión, Clara.
—No entiendo nada, Hernán, no sé qué significa todo esto —pronuncia—. Tengo miedo —agrega con tono tembloroso.
Dejo todo a un lado y la acerco a mí, abrazándola con fuerza. Se apoya sobre mi pecho y beso su coronilla.
—Te prometo que voy a cuidarte.
Ella respira hondo, tratando de calmarse. Siento cómo su cuerpo tiembla ligeramente, y me invade una oleada de protección y ternura. La sostengo con más fuerza, queriendo absorber todos sus miedos y preocupaciones.
—No tienes que entenderlo todo ahora mismo —le digo en un murmullo—. Solo necesitas saber que estoy aquí para ti, y que no dejaré que nada, ni nadie, te haga daño.
Ella asiente contra mi pecho, y siento que poco a poco se relaja en mis brazos. Después de unos minutos, se aparta y me mira a los ojos.
—Quiero entender, Hernán. Quiero saber qué está pasando y por qué veo esas cosas. No puedo seguir estando en la ignorancia, esto ya es algo que me implica —dice con voz firme a pesar del temblor.
—Lo sé, y te prometo que te ayudaré a entenderlo todo, pero necesitamos ir despacio, un paso a la vez —respondo, acariciando su mejilla con ternura—. No quiero abrumarte más de lo que ya estás.
Ella cierra los ojos por un momento, disfrutando de mi caricia, y luego asiente.
—Está bien, confío en ti —dice, abriendo los ojos—. Solo prométeme que no me dejarás sola en esto.
—Nunca, Clara. Nunca te dejaré sola —declaro, sellando mi promesa con un beso suave en sus labios—. ¿Quieres más pizza? —respondo. Ella sonríe y asiente avergonzada—. ¿Te sientes bien para ir a la cocina?
—Sí, estoy mejor —contesta, aunque todavía la veo un poco pálida.
Sin decir una palabra, la agarro suavemente entre mis brazos y la acuno, levantándola con facilidad. Clara se ríe, sorprendida y un poco tímida, mientras comenzamos a bajar las escaleras.
—Hernán, ¿qué estás haciendo? —pregunta entre risas—. Puedo caminar, de verdad.
—Lo sé, pero así me aseguro de que no te desmayes otra vez —respondo con una sonrisa, sintiendo su risa vibrar contra mi pecho.
—¿De verdad eres un hombre lobo? —me pregunta de repente, su tono mitad en broma y mitad en serio.
La miro a los ojos y asiento con una sonrisa tranquila.
—Sí, Clara, de verdad lo soy. Te lo demostraré cuando estés lista.
Ella no dice nada más, pero sus ojos reflejan una mezcla de asombro y curiosidad. Bajamos las escaleras y la dejo suavemente en una silla de la cocina, acercándole su plato con una porción de pizza.
—Aquí tienes, princesa —digo, inclinándome para besarla en la frente.
—Nunca pensé que mi vida se volvería tan... surrealista —comenta, dándole un mordisco a la pizza. Le sirvo un poco de vino, ojalá no le haga mal.
—Admito que fue mi culpa por arrastrarte a esto —expreso, tomando su mano. Se encoge de hombros.
—Mi vida siempre fue aburrida, solo le estás dando el toque —suelta sonriendo—. Por curiosidad, ¿qué perfume estás usando? Es exquisito.
La miro con la mente en blanco sin saber qué decir. No estoy usando ningún perfume.
—¡Tiene un maldito lobo! —grita Lyke en mi mente.
¡Hola! Muchísimas gracias por esperar. Mañana voy a subir una maratón de... ¿quieren 3 o 5 capítulos? Ustedes eligen! Me ayudarían muchísimo dejando una reseña a la historia <3







