Capítulo 18

POV HERNÁN

Estoy manejando mi auto hacia la manada, las luces iluminan el camino estrecho y sinuoso que he recorrido tantas veces. A medida que me acerco, puedo sentir la familiaridad del lugar y el peso de las responsabilidades que conlleva, cosa que me ahoga. Estaciono el auto cerca de la cabaña principal y salgo, inhalando profundamente el aire fresco del bosque.

Las casas y cabañas están dispersas a lo largo del terreno, y las luces en las ventanas crean un ambiente cálido. La gente me reconoce y me saluda mientras camino, algunos inclinando ligeramente la cabeza en señal de respeto.

—¡Hernán! —exclama un hombre mayor, levantando la mano—. ¡Es bueno verte de vuelta!

Le devuelvo la sonrisa y el saludo, tratando de no mostrar la ansiedad que me consume.

—¡Hola, Hernán! —dice una mujer joven con un niño pequeño a su lado—. ¿Cómo estás?

—Bien, gracias —respondo, tratando de mantener mi voz firme.

Los saludos continúan mientras avanzo hacia la cabaña del sabio, Mateo. Cada saludo y mirada de respeto me recuerda que ellos me ven como un Alfa, y siento que no puedo decepcionarlos. Finalmente, llego a la cabaña del anciano, es de una estructura rústica, pero acogedora. La puerta está entreabierta, y el suave resplandor de la chimenea se filtra a través de la abertura.

Golpeo suavemente la puerta y espero. Después de unos segundos, la puerta se abre revelando a Mateo, el anciano de la manada. Su cabello plateado y sus ojos negros irradian una calma profunda.

—Hernán, pasa, te estaba esperando —dice Mateo con una sonrisa tranquilizadora.

Eso me hace sentir escalofríos. ¿Cómo sabía que estaba viniendo? Entro en la cabaña y me siento frente a la chimenea, sintiendo el calor del fuego en mi rostro. Mateo se sienta frente a mí, sus ojos brillan con sabiduría.

—Tengo algo muy importante que discutir contigo, Mateo —comienzo, mi voz se escucha llena de tensión—. Se trata de mi compañera destinada. —Mateo asiente, indicándome que continúe—. Ella es humana, Mateo. No sabe nada sobre nuestra existencia, y temo cómo podría reaccionar si le cuento la verdad —digo, dejando salir un suspiro de frustración y miedo.

El anciano se queda en silencio por unos momentos, reflexionando sobre mis palabras. Luego, habla con una voz suave, pero firme.

—Hernán, las conexiones del alma no siempre siguen las reglas que conocemos. El hecho de que tu compañera destinada sea humana no disminuye la fuerza de ese vínculo. De hecho, podría ser una prueba de que el amor y la lealtad trascienden las barreras de nuestra comprensión —responde Mateo, esbozando una sonrisa comprensiva.

Asiento, pero la preocupación sigue en mi mente.

—¿Cómo puedo explicarle todo esto sin que piense que estoy loco? —pregunto con tono desesperado.

—La verdad es un arma poderosa, pero también debe manejarse con cuidado. No es necesario revelarlo todo de golpe. Empieza por construir su confianza, mostrarle poco a poco quién eres. Si ella es verdaderamente tu compañera destinada, sentirá la verdad en su corazón antes de que las palabras la confirmen —aconseja Mateo.

Asiento lentamente, sintiendo un poco de alivio ante sus palabras sabias.

—Pero, ¿y si no puede aceptarlo? ¿Y si la pierdo? —pregunto, mi voz tiembla de solo pensar en eso.

Mateo extiende una mano y la pone sobre mi hombro.

—El miedo a perder a alguien no debe impedirte ser honesto. Si la amas, debes darle la oportunidad de elegir por sí misma. La verdadera fortaleza de un líder radica en su capacidad para enfrentar la verdad y permitir que otros lo hagan también —dice el anciano.

Miro a Mateo y asiento, sintiendo una mezcla de energía renovada y, al mismo tiempo, confusión por sus palabras.

—Gracias, Mateo. Necesitaba escuchar eso —digo y me quedo en silencio por un instante—. Mateo, hay algo más. Clara hizo un dibujo... —comienzo, sacando el papel con el dibujo de Lyke—. Dibujó esto sin saber que es mi lobo. Es increíblemente preciso, como si lo conociera. ¿Es posible que ella tenga un lobo dormido?

Mateo toma el dibujo y lo examina detenidamente, sus ojos oscuros brillan con interés.

—Esto es fascinante, Hernán. Si Clara dibujó a tu lobo sin conocerlo, podría ser señal de una conexión más profunda entre ustedes. En cuanto a la posibilidad de que tenga un lobo dormido, es raro, pero no imposible. Hay casos en los que los lobos no se manifiestan hasta mucho después, debido a bloqueos emocionales o situaciones extremas —explica, devolviéndome el dibujo.

—¿Qué puedo hacer al respecto? —inquiero, aferrándome a cualquier esperanza.

—Sigue construyendo su confianza y ayúdala a conectarse con sus propias emociones y su esencia. Si hay un lobo dormido en ella, tu cercanía y apoyo podrían ser clave para despertarlo, sobre todo si eres su pareja destinada, su lobo no podrá seguir dormido por mucho tiempo más —manifiesta Mateo.

Asiento con expresión pensativa.

—Gracias, Mateo. Haré lo mejor que pueda —digo, levantándome—. ¿Podría despertar a su lobo en menos de un mes?

Mateo hace una mueca.

—No lo sé con ciencia cierta, pero si ella está teniendo esos presentimientos, puede que sí —dice.

Me doy la vuelta para salir, pero me detengo y me giro de nuevo hacia Mateo.

—Hay otra cosa, Mateo. No se trata solo de Clara. Es sobre ser Alfa. No estoy seguro de estar listo para esto. No sé si soy lo suficientemente fuerte para liderar —admito, sintiendo el peso de mis palabras.

Mateo me observa atentamente antes de hablar.

—Hernán, la fuerza de un Alfa no proviene solo de su poder físico o de su habilidad para liderar en combate. Proviene de su corazón, de su capacidad para amar y proteger a su manada. Has demostrado una y otra vez que eres capaz de eso. La duda es natural, pero no permitas que te paralice. Confía en ti mismo y en la guía de aquellos que te rodean. No estás solo en esto —dice Mateo con su tono lleno de firmeza.

Siento un nudo en la garganta mientras asimilo sus palabras. Me inclino ligeramente en señal de respeto y gratitud antes de salir de la cabaña. Decido volver a mi casa sin pasar a saludar a mi familia, sé que suena mal, pero si me ven, van a querer que me quede y todavía no estoy listo para eso.

Mientras camino de regreso por el sendero hasta mi auto, mis pensamientos vuelven a Clara. Sé que el camino no será fácil, pero estoy decidido a enfrentar la verdad y darle la oportunidad de conocerme realmente. Y si descubrimos que tiene un lobo, sería el final perfecto.

Arranco el auto y me dirijo a casa, tratando de imaginar todas las posibles reacciones de Clara. Cada escenario me llena de ansiedad, pero trato de mantenerme firme. Cuando finalmente llego, estaciono el auto y entro a la casa.

Camino hasta la sala de estar y me dejo caer en el sofá, mirando el dibujo de Lyke que Clara hizo. Es impresionante cómo capturó cada detalle.

—Tengo que ser honesto con ella —murmuro para mí mismo, repasando mentalmente cómo voy a explicarle todo.

Decido que la mejor manera de encarar la situación es llevarla a un lugar tranquilo, lejos de las distracciones. La invitaré a cenar en mi casa, supongo que, en la intimidad y calma de mi hogar, le podré contar la verdad. No sé cómo reaccionará, pero confío en que nuestro vínculo será lo suficientemente fuerte para superar cualquier obstáculo.

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