POV CLARA
El sol de la mañana entra por la ventana del departamento, iluminando suavemente mi habitación. Me levanto y camino hacia la cocina, donde me preparo una taza de café mientras mi mente sigue divagando sobre los eventos recientes. Hernán estuvo actuando de manera extraña, y lo que me dijo sigue resonando en mi cabeza. ¿Cómo es posible que alguien como él, tan racional y lógico, pueda creer en algo tan absurdo como ser un hombre lobo? ¿Está loco? Para colmo, pretende que me vaya con él a un lugar desconocido, como si tuviera que confiar ciegamente y estar segura de que no es un secuestrador, asesino, o algo por el estilo.
Con la taza de café en la mano, me siento en el sofá, perdida en mis pensamientos. De repente, escucho los pasos de Marina entrando en la cocina. Ella es mi prima y mi confidente, y siempre sabe cuándo algo me preocupa.
—Buenos días, Clara —me saluda, sirviéndose una taza de café—. ¿Estás bien? Parece que no dormiste en toda la noche.
—Buenos días, Marina —respondo, intentando mantener mi voz firme—. Necesito hablar contigo sobre algo importante.
—Claro, dime. ¿Qué pasa? —pregunta, y puedo escuchar la preocupación en su tono. Se sienta a mi lado y me mira con interés.
—Es sobre Hernán. Bueno, las cosas se volvieron un poco complicadas —empiezo, tomando un sorbo de café para calmarme.
—¿Complicadas? ¿De qué hablas? ¿Te lastimó? —insiste, frunciendo el ceño y tensándose.
—No, para nada. Nos besamos el sábado pasado. Fue... intenso, no llegamos a nada más, pero me dijo algo que no tiene sentido. Dijo que es un hombre lobo —explico, sintiendo cómo las palabras suenan aún más ridículas al decirlas en voz alta.
Hay un breve silencio antes de que Marina suelte una risa y me mire con incredulidad.
—¿Un hombre lobo? ¿Estás hablando en serio? —inquiere finalmente.
—Sí, no sé qué pensar. Cuando conocí a Hernán pensé que era alguien sensato, pero esto... —sigo, pasando una mano por mi cabello—. Y ahora me dice que quiere que me vaya con él a otra ciudad, que hay personas que pueden ayudarme a entender mejor todo esto.
—¡Guau! Eso suena... bastante loco, Clara. ¿Pero realmente crees que lo dice en serio? —pregunta Marina, poniéndose seria de nuevo.
—Sí, eso creo. No parecía estar bromeando. De hecho, parecía más preocupado por cómo iba a reaccionar yo —respondo, recordando la intensidad en sus ojos.
—Bueno, si realmente crees que está siendo honesto, tal vez deberías considerar escucharlo, pero también deberías tener cuidado. No puedes simplemente seguirle ciegamente sin saber más —aconseja Marina.
—Lo sé, pero es difícil. Hay algo en su mirada, en la forma en que me toca, que me hace pensar que no está mintiendo, pero a la vez, es tan absurdo —digo, frustrada.
—Mira, Clara, siempre creí en que debes confiar en tu instinto. Si sientes que hay algo más, algo que no puedes explicar, entonces quizás deberías darle una oportunidad, pero necesitas protegerte. ¿Qué tal si hablas con él y le pides más explicaciones? Algo que pueda hacer que esto tenga más sentido para ti —propone.
—Es que se las pedí, ¡pero no me dice nada! —exclamo encogiéndome de hombros.
—Bueno, entonces tienes que ser más firme. No puedes seguir con esta incertidumbre. Dile que necesitas respuestas claras, que no puedes seguir así sin saber a qué te estás enfrentando —insiste.
Asiento, sabiendo que tiene razón. No puedo seguir en este lío de dudas y confusión. Necesito que Hernán me explique todo, de una vez por todas.
—Gracias, prima. Necesitaba hablar con alguien sobre esto —le digo, sintiendo un poco de alivio.
—Para eso estoy. Mantenme informada, ¿sí? Y recuerda, sigue tu instinto, pero mantén tus pies en la tierra —agrega, apretando mi mano para darme su apoyo—. Y si te llega a lastimar, dímelo que le saco su delirio místico de una patada donde no le da el sol.
Suelto una carcajada.
—Lo haré. Gracias de nuevo. Hablamos más tarde —respondo, dándole un abrazo.
Llego a la empresa y siento una mezcla de nerviosismo y ansiedad. Mientras camino hacia mi escritorio, veo a Hernán en su oficina, hablando con alguien por teléfono. Me mira y me hace un gesto, señalando que lo espere.
Después de unos minutos, corta la llamada y se dirige hacia mí. Su presencia siempre me hace sentir un poco más nerviosa, pero trato de mantener la calma.
—Pasa, Clara —dice, cerrando la puerta detrás de mí.
La cercanía me hace sentir su perfume embriagador, una mezcla de café con chocolate y madera, es extraño, pero es riquísimo. Un cosquilleo me recorre por dentro cuando cruzo una mirada con él.
—Clara, necesito hablar contigo —dice Hernán con tono serio, pero no amenazante. Se sienta en su silla y me indica que me siente frente a él.
Me siento, tratando de mantener la compostura, aunque mi corazón late con fuerza. Sus ojos verdes, intensos y brillantes, se encuentran con los míos.
—Te invito a mi casa esta noche, quiero explicarte todo. Quiero que entiendas lo que está pasando y por qué estuve actuando de esta manera —comenta con voz suave. Trago saliva con fuerza, el hecho de ir a su casa me hace dudar, pero decido aceptar.
—Está bien, Hernán. Necesito respuestas. No puedo seguir en esta incertidumbre —respondo, tratando de sonar más segura de lo que me siento.
Hernán asiente, sus ojos no dejan de mirarme.
—Lo sé. Te recogeré en tu casa a las ocho. Necesito que estés preparada para escuchar cosas que pueden parecerte increíbles, pero te pido que confíes en mí —dice.
—¿Increíbles? Hernán, ya me dijiste que eres un hombre lobo. No sé qué puede ser más increíble que eso —contesto, soltando una risa nerviosa.
Hernán sonríe ligeramente, pero sus ojos siguen siendo serios.
—Hay mucho más que eso, Clara, pero lo explicaré todo esta noche. Confía en mí, por favor —repite.
Asiento, aunque todavía estoy llena de dudas y miedo, pero sé que necesito respuestas, y esta noche es mi oportunidad para obtenerlas.
—Nos vemos a las ocho, entonces —digo, levantándome.
Hernán se levanta también y me acompaña hasta la puerta de su oficina.
—Nos vemos esta noche, Clara. Y gracias por darme esta oportunidad —dice suavemente.
Nos quedamos mirando por un instante y él aprovecha ese momento para acariciar mi mejilla con delicadeza. Siento un escalofrío al sentir sus dedos cálidos y su caricia tan reconfortante, pero también me deja un cosquilleo en la piel.
—No me agradezcas todavía —respondo en un susurro, sintiendo que mi voz apenas sale.
Asiente y retira su mano lentamente, su rostro refleja una especie de decepción, cosa que hace que mi corazón se estruje. Me da una última sonrisa antes de abrir la puerta y dejarme salir de su oficina.
Mientras camino hacia mi escritorio, mis pensamientos siguen girando en torno a lo que podría pasar esta noche. No tengo idea de qué esperar, pero sé que necesito estar preparada para cualquier cosa.
No puedo evitar sentirme nerviosa por la cita, pero también siento una extraña calma, como si una parte de mí supiera que estoy haciendo lo correcto. Sea lo que sea, esta noche obtendré las respuestas que tanto necesito.
Qué creen que va a pasar en la casa de Hernán? :o <3